martes, 16 de noviembre de 2010

Las facultades que se enfrentan al fenómeno del "abandono por empleo"

LAS PROFESIONES DEL FUTURO - ULTIMA NOTA.
FUENTE: DIARIO EL DIA Edición Impresa
Las facultades que se enfrentan al fenómeno del "abandono por empleo"
Las empresas contratan a alumnos avanzados de Ingeniería ante la falta de técnicos. En Informática, el problema es aún más grave


La falta de profesionales ligados a las ciencias básicas y tecnológicas, lo cual está provocando un cuello de botella para el desempeño futuro de la economía del país, trae aparejado un grave problema a las universidades: las empresas buscan y contratan a estudiantes avanzados -y no tanto-, y éstos retrasan o directamente abandonan la carrera.

A Ingeniería le sucede cada vez más. “Al no haber técnicos, se llevan a los alumnos de años superiores”, apuntan en la facultad.

En Informática el problema se agrava. Muchos alumnos comienzan a trabajar ya en 2º o 3º año, y como los sueldos son altos, van dejando de lado los estudios.

Si bien todo depende de la envergadura y la rama productiva de la empresa, un ingeniero que recién se inicia tiene un sueldo básico promedio de entre 6 y 7 mil pesos, asegura el decano de Ingeniería, Marcos Actis.

Su par de Informática, Javier Díaz, señala que un estudiante de esa facultad “arranca con un mínimo de 3 a 4 mil pesos, llega a 5 mil rápidamente, y si se mueve en capital federal, donde se cambia de compañía y se progresa con mucha velocidad, puede superar pronto ese sueldo”.

De 3 a 5 mil pesos es el piso de un ingeniero agrónomo que comienza a trabajar. “Hay mucho trabajo y lo habrá por mucho tiempo por el auge de la agricultura, así como por los nuevos desafíos profesionales que se presentan, como el margen que tendrá la ganadería por la extensión de la soja”, apunta el decano de Agronomía, Pablo Yapura.

Díaz asegura que las empresas “vienen por los alumnos, y a veces lo hacen con estrategias de captación bastante agresivas. Nosotros sólo proponemos una bolsa de trabajo, donde quien quiere se apunta voluntariamente”. Por lo demás, la facultad estableció, de común acuerdo con algunas firmas, la posibilidad de que los alumnos realicen la tesis de grado sobre el trabajo que efectúan a diario, a la vez que implementó para esos chicos bandas horarias nocturnas y clases semipresenciales. El objetivo es que finalicen la carrera.

Para Néstor Nocetti, de la firma de servicios informáticos Globant, los alumnos se vuelcan a trabajar básicamente por necesidad. “No todos pueden ir a la Universidad sin hacerlo”, dice, pero coincide en la importancia de continuar los estudios. “Estamos tratando de atacar ese problema desde la CESSI (Cámara de Empresas de Software y Servicios Informáticos)”, cuenta y afirma que, en La Matanza, creen haber encontrado el camino.

¿Cuál sería? “Con la Universidad de La Matanza estamos implementado un proyecto que consiste en que las compañías establezcan oficinas en el campus de la casa de estudios. De ese modo, los chicos evitan el viaje a capital federal, que les implica hora y media de ida y otro tanto de vuelta, no descuidan el estudio porque trabajan al lado de la facultad, y con un régimen de menos de 8 horas, ya que eso establece el convenio”.

Luego destaca que la industria tecnológica “puja a otras profesiones; no hay que pensar que su crecimiento beneficia sólo a los profesionales de la informática”, señala, y comenta que “emplea a ingenieros electrónicos, físicos, diseñadores, y gente de cualquier disciplina si se trata de trabajos de testing de aplicaciones”.

“TEMOR INFUNDADO”

Ariel Monsalvo es de Ensenada y cursa 5º año en la facultad de Informática. Desde que estaba en tercero trabaja en la dirección provincial de Comunicaciones. Cuenta que en la elección de la carrera se conjugaron dos elementos. “Por un lado, hice la secundaria en una Escuela Técnica con orientación en Desarrollo de Sistemas Informáticos. Por el otro, fue una cuestión de gusto personal”, destaca.

Ariel confiesa que “hasta que no entrás a la facultad no tenés idea de la demanda laboral que existe; y menos de cómo las empresas buscan estudiantes en vez de graduados por el ahorro que les significa”. Admite que “una vez que empezás a trabajar todo se dificulta, porque en un punto tenés que privilegiar el trabajo o el estudio”, subraya y resalta: “yo tuve muchos compañeros que empezaron a trabajar en 2º año y terminaron abandonando la carrera”.

Tras señalar que hasta hace unos años los buenos empleos estaban en capital federal, dice que “hoy en día es más fácil encontrar en La Plata”.

Consultado sobre la masividad en las disciplinas sociales pese a esa realidad, no duda en afirmar que “tiene que ver con la formación que te dan en la primaria y la secundaria, donde no se sientan las bases para afrontar carreras tecnológicas”, y recuerda: “a mí me gustaba Matemática, pero cuando entré acá me di cuenta que no tenía base suficiente. Tenés una formación más fuerte en lo social, y eso te pasa factura. De hecho, me costó en 1º año; después te ponés a tiro”, asevera.

Matías Moglia es compañero de estudio y de trabajo de Ariel. Oriundo de Salto, dice que siempre tuvo una orientación hacia lo tecnológico por influencia del hermano mayor, que estudió electrónica en una escuela técnica. “Yo seguí electromecánica”, apunta, y salta al tema de la demanda laboral. “Ya la percibís antes de 3º año, y está en crecimiento permanente; golpea la puerta de todos los estudiantes”, grafica.

Leandro Riva y Santiago Lategana están en 5º año de Ingeniería Industrial. Creen que el vuelco a las ciencias sociales está emparentado con el desconocimiento de las carreras ingenieriles y tecnológicas, lo cual provoca “un miedo general e infundado: se perciben como más difíciles de lo que en realidad son”, afirman.

También apuntan a la secundaria. “Las materias afines a estas carreras están mal dadas, sobre todo Matemática”, resaltan, y critican que “se enseña Matemática pura y no su aplicación al mundo real”. No obstante insisten en que “si bien eso provoca que muchos las vean como carreras imposibles, no es así. Con voluntad y esfuerzo se supera ese déficit. No es un requisito prioritario ser inteligente”, sonríen.

El decano de Económicas, Martín López Armengol, dice que “el alumno calibra dos cosas antes de elegir. Primero prevalece una visión pragmática, piensa en el pasar que va a tener durante los próximos 5 o 6 años. Y luego, a largo plazo. Se pregunta qué le gusta y qué va a ser de su vida en el futuro”.

Para Santiago Lategana, la mayoría relega el futuro y privilegia lo inmediato. “Se piensa en lo que se va a estudiar por un tiempo, y no en lo que se trabajará durante toda la vida”, remata.

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