lunes, 9 de agosto de 2010
¿Límites a los chicos, por qué, para qué, cómo?
La profesional analiza la conducta de los chicos a partir de la situación que viven en su casa y cómo los padres ponen los límites en ese ámbito. Muchas veces los progenitores esperan que "la escuela" resuelva todo.
por Lic. Patricia Fontana
Actualmente nos encontramos con niños inquietos, desobedientes, que no rinden en la escuela como deberían, a pesar de tener capacidades para hacerlo; con problemas de conducta severos. Y esto hace que día a día aumenten las consultas por falta de atención en clases, falta de cumplimiento de tareas, no terminan de copiar del pizarrón, no cumplen con las normas de convivencia, etc. .
Por un lado tenemos padres que acceden a pedir ayuda profesional y esto es con angustia, temor e incertidumbre por no saber qué le pasa a su hijo y cómo poder ayudarlo; cómo también padres que no se animan a esto y toman una actitud de “negación” frente al problema, o bien, de “transferencia” del mismo al afuera (escuela, docente, etc.).
Tratamos de adjudicárselo a la escuela, a la familia o a la crisis social que estamos atravesando, puede haber un poco de todo pero hay una realidad a la que no podemos eludir, que es la falta de límites en la educación y que se imparte en la familia como primera y principal protagonista en la educación y formación de todo ser humano, sea como esté conformada la misma: familia tipo, padres separados, familias ensambladas o familia uniparental .
¿Por qué hay que poner límites, esto es coartar, reprimir, impedir que una persona desarrolle su personalidad?. Estos son algunos de los interrogantes que se plantean los padres y es aquí donde está la confusión y lo que no deja impartir límites efectivos y saludables.
El “límite” en la educación no significa coerción, represión, falta de libertad, sumisión ni opresión. Cuando se acompaña de “respeto y amor” le permite al niño desarrollarse a sí mismo y hacia otras personas; poder crecer como niño sano y feliz, que hace travesuras, que hace berrinches, que a veces no tiene ganas de estudiar pero desde pequeño se irá formando con herramientas que le permitirán aprender, convivir, superar dificultades.
Una de esas herramientas adquiridas es la del “autocontrol” que implica la capacidad para pensar en los demás (“si le pego a mi amigo va a llorar y no va a querer jugar conmigo entonces… le presto mi juguete un rato”), poder “llegar a un acuerdo con el otro”sin intentar imponer su idea pensando que es la única y la mejor, perdiendo de vista al “otro” como alguien distinto a mi.
Reconocer a la ”autoridad” como tal y no necesariamente obedecer porque sí, sino que a pesar de no estar de acuerdo poder expresar con respeto su punto de vista. Ser “responsable” a pesar de tener que hacer lo que hoy no tiene ganas, por ej. Copiar la tarea, porque sabe que es un deber y que si no lo hace sus papás se enojarán y no iran a buscar sus tareas porque en realidad, él puede hacerlo solo si se concentra, se organiza y fundamentalmente si está tranquilo y puede controlarse.
Si la familia dialoga y los padres pueden ponerse de acuerdo respecto a los “SI, los NO y lo que se PUEDE ACORDAR O DELIBERAR” esto se transmite al niño y se va formando sobre una base sólida que le brinda cierta seguridad y tranquilidad, en general sabe lo que tiene que hacer, y si es pequeño puede ir desarrollando una conducta dentro de lo esperable. Cuando esta claridad en los “Si” en los “No” y en lo que se puede acordar” no existe porque todo es Si o todo es No, o el papá dice una cosa la mamá otra y en medio de la confusión el niño termina haciendo lo que le parece, va creando en él incertidumbre, sensación de no saber que hacer, y esto se ve reflejado tanto en la escuela como en su vida de sociedad.
Por ello los padres “deben” poner límites, porque sino les estamos quitando la posibilidad a los niños de formarse como personas seguras de sí mismas, con ideas claras sabiendo hasta dónde, cuando y como actuar, organizadas en sus actividades, controladas en su accionar. El niño que recibe límites con amor y respeto siente que es importante para sus papás, que lo “Miran”, se preocupan por él, qué es valorado y se siente contenido.
Educar a otro no es tarea fácil, implica esfuerzo que habitualmente no se puede concretar eficazmente por estar sumidos en problemas cotidianos, “estrés” y crisis de todo tipo… pero vale la pena el desafío y es muy gratificante ver NIÑOS FELICES, SEGUROS Y TRANQUILOS que no necesitan estar en permanente movimiento para lograr QUE SUS PADRES LOS MIREN Y LOS VALOREN !!!! .
*La autora, Patricia Fontana, es licenciada en Psicopedagogía y Profesora en Ciencias Psicopedagógicas. Especialista en Trastornos de aprendizaje en niños y adolescentes.
Link permanente: http://www.mdzol.com/mdz/nota/226306
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para mi la educación comienza por casa, y yo creo que los padres debemos decidir por los hijo almenos hasta que ellos tengan edad y madures para dicernir lo que esta bien de lo que no esta tan bien!
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